jueves, 21 de abril de 2016

Universidad Pública de Navarra Pamplona, España

Liliana Montserrat Espinosa ZamudioLicenciatura en Comercio InternacionalUniversidad Pública de NavarraPamplona, EspañaSeptiembre 2015 – Febrero 2016


Mi experiencia

Pasadas ya unas cuantas semanas, recordando esas horas interminables de avión, esos nervios que no me dejaban dormir, de salir de mi zona de confort, un mundo nuevo que solo en mi imaginación existía, por fin había llegado el momento que con tanto esfuerzo y dedicación había logrado. Es difícil escribir tantas emociones, tantas experiencias en una sola palabra.
Llegar a la ciudad como turista, sin conocer a nadie, tener que buscar donde vas a vivir, tantas veces me perdí y en esos momentos esa impotencia de no saber cómo llegar, ahora son solo buenos recuerdos. Esa ciudad donde todo es tan tranquilo, tan seguro y que tengan horarios muy distintos, el domingo todo está cerrado. El poder salir de noche y regresarte a la hora que quisieras sola sin que nada te pase, no tiene precio. Adaptarme al clima fue la parte más difícil para mí, porque Pamplona está en el norte de España y hace mucho aire, llueve, a veces todo el día es gris y hace frio.
El primer día de clases, perdida en los salones sin ningún amigo, sin entender las clases, muchas veces me preguntaba qué hago aquí;  porque aunque el idioma es español tienen muchas palabras distintas y hablan muy rápido. Es tan diferente ver que tú tienes que presentarte con el maestro y decir que vienes de intercambio, porque si no lo haces ellos ni en cuenta. Las clases son diferentes desde como enseñan los maestros, la puntualidad, si tienes duda tienes que ir a asesorías aparte, hasta la forma de evaluar.
Vivir con personas completamente desconocidas de diferentes nacionalidades, no tienes opción y tienes que confiar, pero al final acabaron siendo mi familia durante el intercambio.
Tuve la oportunidad de viajar y conocer muchos países, esa  vulnerabilidad de estar otra vez en un país que no conoces, obligarnos a volver a la base de todo, como si fuéramos niños, sin entender ni un cartel, ni un menú, ni una sola frase de lo que nos rodea. A dejarnos a nosotros mismos elegir cómo lo queremos hacer esta vez, ahora que ya sabemos que existe una forma, pero que hay otras más  por conocer. Tantos momentos mágicos, horizontes nuevos  es tan difícil describir y son cosas que jamás se olvidan.
Es por eso que vivir en otro país te cambia para siempre. Nunca serás el mismo y nunca verás las cosas de la misma manera. Así que ahora, los invito a que se atrevan, a que rompan paradigmas y vivan le experiencia que conlleva realizar un intercambio. Dejemos a un lado el miedo que nos deja inmóviles haciéndonos creer que ya no hay vuelta atrás, porque sí que la hay y es en todas las direcciones. Salgamos de esa zona de confort, de esa seguridad absurda que nos abraza desde que somos adultos, es de lo que hay que huir como si fuera fuego.

“Traveling is not just seeing the new; it is also leaving behind. Not just opening doors; also closing them behind you, never to return. But the place you have left forever is always there for you to see whenever you shut your eyes.” Jan Myrdal